4 de marzo de 2010

¡A cocinar!

En la cocina, hay varias personas. Un chico tiene la piel como el carbón. y el pelo está rizado como un ovillo de lana negra.
En el centro de la sala hay dos chicas. Una, de tez morena, sujeta un libro más grande que su cabeza; la otra, de piel blanca y pelo de oro, añade a una olla muchos objetos y sujeta un balón de baloncesto.
En el fondo hay un chico, que me recuerda a un joven del pueblo de mis abuelos, tiene el pelo rubio, casi naranja como una zanahoria, y tiene la piel blanca como la nieve. Él está jugando con un globo terráqueo, y sujeta, a su vez, un monopatín.
Sobre la mesa de cocina hay una bandeja de ensalada que tiene muy buena pinta. También hay varias botellas de vino vacías, y una tabla de cortar blanca, igual que la que tenía mi abuela, y hasta los cuchillos son iguales, con un trozo de madera oscura por donde hay que sujetarlos.
Encima de la mesa hay muchas sartenes color bronce y muchos instrumentos de cocina.
En el fondo hay unos platos verdes por el filo y transparentes por toda la superficie, que son como los que hay en mi casa.

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