En el otoño de 1992, la familia Andrews se trasladó a un pequeño pueblo llamado Oregón, en la Península de Olympic. El señor Andrews deseaba poder emprender una nueva vida allí, ya que en Nueva York no lo había conseguido. Venía acompañado de su esposa, la señora Andrews, y de sus dos hijos, Cameron y Alexandra. A estos, no les agradó el cambio; echaban de menos a sus amigos-aunque eran relativamente pocos-y sentían nostalgia del que había sigo su hogar hasta ahora. Se mudaron a una casa de dos plantas, con garaje, desván y un pequeño jardín. Las vistas no eran del todo agradables; la casa estaba rodeada por tenebroso y siniestro cementerio. Por eso, la casa fue vendida y comprada por dos duros.
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esta bien pero es un poco larga,¿no?
ResponderEliminarSí, pero es que si la ponía más corta no tenía el espacio suficiente para contar la historia íntegra.
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